Hola. Me llamo Sam.
Todos los días, cuando salgo de la escuela, voy a jugar a la casa de mi abuela.
Hace tiempo, había un árbol muerto y viejo en la esquina del patio de mi abuela.
Mi papá lo derribó.
Le cortó las ramas para usarlas como leña.
La abuela lo detuvo antes de que lo cortara todo.
«Deja esa parte así», le dijo y señaló el tronco caído que estaba sobre el césped.
«Para qué quieres ese tronco viejo?» le pregunté.
La abuela sonrió.
«No es para mí» me dijo. «Tengo unos amigos y amigas que necesitan ese tronco».
Pensé en las amigas y los amigos de mi abuela.
Sus vecinas vienen a tomar té con ella.
Yo y mi papá venimos a visitarla.
Pero ninguno de nosotros necesitamos un tronco.
Me puse a pensar: ¿Quién usaría este tronco viejo?
¿Para qué sirve?
«¿Para qué necesitan el tronco tus amigas y amigos?» le pregunté a la abuela.
«Pon atención y verás», me contestó.
Unos días después ví que algo se movía en el tronco.
Fuí a ver que era.
Hagamos pausa y platiquemos
«¡Abuela!» grité. «¡Encontré una lagartija en el tronco! Sus escamas se parecen a la corteza del árbol.»
«Esa es una de mis amigas» me dijo.
«Ella viene al tronco a buscar hormigas y otros insectos que comerse.»
La abuela se sentó afuera conmigo.
«Observemos el tronco» me dijo. «A lo mejor vendrán más amigos a visitarme».
«¿Qué es eso?» me preguntó mi abuela.
«¡Una ardilla!» le dije. «Encontró algo que comer. ¿Por qué se subió al tronco a comerselo?»
«Yo digo que está atenta porque sabe que la vecina tiene un gato» dijo la abuela.
«¡Mira ese pájarito!» me dijo.
«Ese es mi amigo, el pájaro trepador. Está atrapando insectos para comerselos».
«Si nos esperamos, quizás veremos al ratoncito que vive en el agujero en el tronco», dijo la abuela.
«En la noche, me llegan otras visitas», me dijo.
«Como el sapo que vive en la madriguera debajo del tronco».
«¿Por qué vienen tantos animales a ese tronco viejo?» le pregunté.
«Piensalo. Yo se que tu sabes la respuesta.» me respondió.
Me puse a pensar.
«Creo que en el tronco todos encuentran algo que necesitan. Como algo que comer», le dije a mi abuela.
«O un lugar en donde esconderse».
«Entonces dime, ¿por qué crees que me quise quedar con ese tronco viejo?» me preguntó la abuela.
«Por qué hace feliz a muchos animales», le contesté.
En ese momento, vimos a una ardilla rayada corriendo sobre el tronco.
Se paró a vernos.
La abuela se rió y me dijo, «Y porque nunca te sientes solo o sola si tienes un tronco viejo para que tus amigos animales te visiten».
FIN
